Así coincidimos hace casi 20 años, así nos quisimos, nos
olfateamos y nos volvimos cómplices. Debe haber sido mi primer amor porque alguna
vez, cuando nos tocó una tormenta en horas de clase, tuve el detallazo de
prestarle mi suéter para que no tuviera frío después de resbalar por todo el
pasillo inundado, y le perdoné que después él le hubiera regalado justo ese
suéter a otra estudiante del mal que acostumbraba usar brassiere negro debajo
de una playera semitransparente que se ponía como uniforme.
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Como satélites, a veces nos acercamos más que otras, mezclamos
las bromas pesadas con coqueteo, los drinks con baile, la amistad con la
locura.
Crecimos así, pasamos juntos días difíciles…
Y de pronto, así como el día y la noche, así como decir 20
años parece nada, acaba de convertirse en papá de una niña. No lloré en frente
de él cuando fui a conocer a S pero lloré de emoción después, cuando recordé
cada minuto a su lado. Me emocionó saber que S tendrá un papá que la enseñará a
infiltrarse en la sala de cine sin pagar para ver dos películas en lugar de
una, y que podrá hacerlo parecer una travesura porque la educará bajo una férrea
disciplina de honestidad; que hará lo posible por contarle que tiene que
cuidarse de hombres como él, pero que si consigue un mejor amigo que al menos
se le parezca un poco su vida será más feliz; que está bien ser un poco ñoña,
porque la tía L así era y así la ha querido con todo el corazón; que reprobar
una materia estará bien si aprende la lección, que la vida es eso, vida, que
baile en la lluvia, que corra… al final del día siempre tendrá la luz de los
ojos de su padre guiándola entre las nubes negras.
Cuando fui a conocerla, descubrí que los costados de su
cabeza están llenos de canas y descubrí también que, de repente, casi al mismo
tiempo que nació S, mi amigo se volvió todavía más grande y extraordinario, y di
gracias por haber estado –aunque sea por teléfono ¡o por facebook!– en cada aventura que hizo brotar un nuevo pelo
blanco.
Por cierto, JP preguntó si S es su prima, le dije que sí, y
me dijo “qué bueno, porque es muy linda la Chofa”. Me emocioné por el futuro…