jueves, 8 de enero de 2015

Reyes Magos

Los Reyes Magos llegaron a la casa con un par de cajas con un juguete que no se les ocurrió dejar armado, así que desde las 9:00 de la mañana que JP descubrió sus regalos hasta las 2:00 de la tarde su madre --obviamente yo-- estuvo sentada en el piso, quebrándose la espalda y la cabeza tratando de unir las 758 piezas para por fin poder jugar con él.
Foto: sermadreunaaventura.com

A esa hora entré al Facebook y ¡oh sorpresa! había miles de fotos con los regalos que los hijos de mis contactos habían recibido de Reyes...

¿Se ha vuelto Facebook la nueva cafetería favorita de las mamás que antes se reunían al salir de la escuela para presumir lo que ellas y sus hijos tenían? ¿De verdad necesitamos con tanta urgencia presumir a los cuatro vientos lo buenos padres que somos? ¿O más bien hemos encontrado en la red social la herramienta para justificar que trabajamos tanto, que tenemos que dejar a los hijos con los abuelos o en la guardería por horas, para poder comprar todo lo que piden? ¿Lo estaremos haciendo bien como papás?

Cuando yo era niña los Reyes eran medio autoritarios: dejaba una carta en la que pedía una cosa a cada uno, pero al día siguiente sólo llegaba una cosa de las que había pedido; además, dejaban invariablemente un juego de mesa y alguna muñeca. Aún así mi hermano y yo los esperábamos ansiosos y nos sentíamos siempre muy felices. Mi hermano aseguró muchos años que una noche de Reyes que necesitó ir al baño en la noche alcanzó a ver la pompa del elefante.

Cuando el regalo era una bici, o el año que mi hermano recibió su patineta, nos salíamos con los amigos para jugar hasta que se metía el sol o alguno se caía y terminaba en el hospital.

Un año llegó un Nintendo y entonces nos fuimos a casa de mis primos y jugamos todo el día juntos mientras los papás y mi abuela comían y tomaban café.

Luego el regreso a clases para platicar qué te habían traído, pero nada más.

No recuerdo a mi mamá hablando con sus hermanas o con sus amigas de los regalos, o enseñándoles fotos de lo que había comprado con su gran esfuerzo y el de su marido. Es más, no recuerdo que nunca me tomaran fotos con mis regalos de Reyes, al amanecer aquello se volvía una locura de pasitos descubriendo los regalos y luego una batalla en el cuarto de los papás para que te ayudaran a abrir todo y jugaran contigo.

No recuerdo tampoco que mi hermano y yo necesitáramos el árbol repleto de regalos. Tampoco mis primos, ni siquiera los que tenían más dinero que nosotros. Muchas veces recibíamos a los Reyes en casa de alguna tía porque viajábamos a visitarlos, y para todos era lo mismo: tres regalos, con suerte algo que hubieras pedido.

Lo que sí recuerdo es al grupo de mamás pesadas (al que mi mamá perteneció algún tiempo, no crean que me salvo) que se reunían las tardes de los jueves a presumir lo buenos hijos que tenían. Es más, el fenómeno todavía ocurre entre las mamás de la clase de música de JP... Aún le huyo.

La mayoría de estas personas, entre mis contactos de Face, también le huyen a esas poses de mami perfecta, pero luego veo eso y me pone a pensar en la necesidad de demostrar, al menos en las redes que somos exactamente eso a lo que aspiramos: que viajamos mucho, que trabajamos duro, que comemos en buenos lugares, que tenemos buenos maridos y que nuestros hijos pueden tenerlo todo.

He visto muchas veces a mamás en el futbol tomarles fotos a sus hijos, subirlas al face y luego quedarse revisando su timeline durante todo el partido, sin echar porras, sin checar que los niños se barrieron 20 veces hasta que consiguieron tocar el balón. He comido con antiguas compañeras que toman selfies del grupo aunque luego no tengamos nada de qué hablar y la reunión termine aburrida y sin una cita para vernos de nuevo.

Últimamente checo poco el Face, entre los anuncios y las fotos de "Comiendo struddel con el amor de mi vida en Fannys" se ha vuelto bastante fastidioso. Pero me gustaba al principio y todavía me sorprende de vez en cuando cuando veo fotos divertidas de amigas que salen a correr y encuentran alebrijes en Reforma, o de los bebés que acaban de nacer; me gustan las fotos que alguien toma sin que el otro se dé cuenta y luego consigue una bella composición, o las propuestas de mis amigos fotógrafos. Me gustan las anécdotas, los mensajes contestatarios, las propuestas para crear algo, los chistes, sobre todo los que no lo eran de origen pero consiguen hacerte reír todo el día.

Me gustan las invitaciones para vernos y abandonar un rato los dispositivos y computadoras y sentarnos a platicar o a jugar un juego de mesa, como esos que cada año me dejaban esos Reyes Magos.

Aunque tal vez sólo estoy de ardida porque nunca me trajeron la máquina de raspados...

1 comentario:

  1. Yo tampoco tuve la maquina de raspados, ni siquiera un rato de juego con mi madre, ni fotos de pura "pose", pero qué rayos! eran los 80ntas, en cuanto a lo demás, coincido en la parte de las pretensiones, de la manera en la que subimos fotos y fotos de las cuales un 80 % son de pura pose.... coincido =(

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